Presentación

Desde hace algunos años venimos investigando la actuación a través de seminarios y talleres dirigidos a actores en busca de nuevas herramientas. En grupos reducidos hemos transitado ejercicios especialmente pensados para profundizar nuestra comprensión de los ejes fundamentales de la actuación. A veces, frente a la dificultad surgieron dudas, miedos y frustración; otras, todo parecía ordenarse y pudimos sentirnos confirmados en el rumbo tomado. Pero por sobre todo avanzamos buscando respuestas, pequeñas pistas que nos permitieran ver con mayor claridad e ir encontrando maneras más eficaces para intentar trasmitir.

Combatimos lógicas de resultado para renovar siempre el compromiso con el trabajo, la búsqueda, el deseo. Aprendemos a aceptar el movimiento, los vaivenes; ejercicios que hacíamos dejamos de hacerlos, otros fueron surgiendo y de seguro otros esperan para ser descubiertos.

En ningún caso nuestra práctica pretende ser exhaustiva en lo que a la formación del actor refiere. Todo lo contrario: pensamos que en el mejor de los casos, los actores vamos buscando herramientas a través de diferentes propuestas y construyendo así nuestra propia caja de útiles. Hay tantos métodos como actores y nuestro abordaje no es ni mejor ni peor que muchos otros. Diríamos sí que se trata de una propuesta que toma partidos claros y coherentes entre sí. Ellos responden a una determinada concepción de la actuación que se traduce en ejercicios concretos para el entrenamiento del actor.

Hoy surge el deseo y la necesidad de dar cuenta de alguna manera de esta investigación. Intentaremos hacer algunos cortes dentro de este proceso turbulento para tal vez afirmar, reflexionar, preguntar, comparar.

Esperamos que las resonancias y las reacciones de este espacio enriquezcan las distintas búsquedas.

Referencias que vuelven una y otra vez.

-Menos es más.

-Debemos aprender a sacarle el jugo a lo que sucede y no pedirle más jugo que el que tiene.

-Es mejor elegir mal que no elegir.

-Nunca tirar nada por la borda, escribir hacia adelante, no abandonar nada, tampoco dejar caer.

-Ocupar nuestra atención en todos los pequeños detalles y estímulos sensoriales que nos envuelven.

-Mejor estar atentos que concentrados; mejor estar afuera que adentro. Nuestro aquí y ahora nace del afuera. Primero está el lugar, la circunstancia.

-Tomar la palabra supone que hable aquello que ya está ahí. Cuando la gestualidad del actor está al servicio del hablar la actuación se debilita. Si cada vez que el actor habla su cabeza se mueve, su rostro no se deja ver. Y esto es problemático pues actuar supone que se vea aquello que nos pasa.

-Muchos actores meten sus manos en los bolsillos o las fijan a los costados del cuerpo. Otros en cambio, las mueven todo el tiempo explicando lo que dicen. Solo cuando las manos recuperan sus verdaderas posibilidades expresivas asumiéndose herramienta fundamental para la comunicación, sólo ahí el actor puede tranquilizar su rostro y su cabeza asumir su volumen en relación al ojo del espectador. Entonces sí, los ojos toman protagonismo y podrán leerse los pensamientos.

-Actuar es generar necesidades. Todo cuanto el actor hace o dice debe parecer necesitado.

-El cuerpo escénico evoluciona de una inmovilidad hacia otra inmovilidad. El actor aprende a diseñar esas configuraciones de modo que se vuelvan signos significativos para el espectador. En el molde de lo anterior se ve aquello que al actor le pasa; solo así el espectador ve un cuerpo que necesita sus movimientos.

-Cuando un cuerpo se desplaza de una configuración a otra todo cuanto lo rodea padece ese desplazamiento y es renovado por él. Del mismo modo cuando algo cambia alrededor del cuerpo de un actor ese cambio lo renueva y más le vale quedarse quieto.

-Moverse supone hacer ‘’primer plano’’ y buena parte del arte del actor consiste en aprender a articular sus propias quietudes y movimientos con las quietudes y movimientos de los otros elementos que se encuentran en el espacio escénico. Y esta doble articulación condiciona y es condicionada por la toma de la palabra o la elección del silencio. La combinación de estos elementos abre un sinfín de posibilidades que ayudan al actor a no instalar patrones que se repiten una y otra vez empobreciendo su actuación.

-Es más importante recibir que dar. Dejarse abollar por las circunstancias imaginarias supone saber respirar, llenarse de los vapores de esa sopa en la que el actor se encuentra inmerso. Sólo múltiples líneas de pensamiento me garantizan que nada se ilustre, que el espacio me interpele permanentemente. Para que esto sea posible el actor debe personalizarlo todo, volver significativo cada detalle de su circunstancia.